Trompos que giran en el recuerdo

Entrevistas

   Jueves, 06 de Octubre de 2011

Con el sueño de que los más chicos conozcan las antiguas tradiciones, los González decidieron ampliar el negocio, exhibirlo en el microcentro de Asunción y expandir las ventas a través del servicio de delivery. La empresa es conocida como Don Trompo, y vende quince trompos por día.
María Paniagua es la principal agente de ventas de los trompos. Ella acude todos los miércoles y sábados para ofrecer los juguetes en una vereda sobre la calle Palma.
A diario recibe la visita de personas del interior del país y de turistas extranjeros, que quedan maravillados.
Comenta que algunos clientes apenas hablan español, por lo que algunas veces les cuesta vender. "Vino un grupo de escoceses a comprar, llevaron un par cada uno y casi me confundo con el vuelto, porque me dieron billetes grandes y yo no sabía como explicarles del posible error", dice entre risas. El costo varía entre 10.000 y 20.000 guaraníes, y la mayoría de las veces se agota el stock.
Toda la familia se dedica ahora al negocio.
Francisco es la cabeza creativa. Trabaja por las mañanas en una agencia de cooperación y por la tarde realiza los diseños. María se dedica a los quehaceres del hogar y de tarde es la vendedora, y también hace los hilos.
Ulises (14) va al colegio por la mañana y a la tarde le da forma a los trompos con su papá, mientras que Rossana (22) ayuda con la pintura de base. La microempresa lleva 6.500 trompos hechos en los cuatro años desde su fundación.
MANUFACTURA. Para fabricar los trompos, las maderas preferidas son: el guayaibí, palo rosa, yvyra pytã, guatambú, entre otros.
Ulises González explica que la madera del guayabo, que da el nombre típico al trompo arasa, no se puede comercializar porque casi ya no hay.
La madera se corta en prismas y lo primero que se hace es colocar un clavo en el centro, que es la punta que lo hace girar. Luego, con un torno eléctrico se le da forma. Este proceso puede tardar entre 30 a 40 minutos.
Una vez que se obtiene la estructura, se le pasa una pintura blanca que sirve de base para dibujar y pintar después los diseños.
Los diseños van desde colores de clubes de fútbol, el famoso Olimpia, Cerro Porteño, Guaraní, etcétera, hasta imitaciones de ojos humanos, rostros tipo Mandrake, y los teñidos con pinturas metálicas, que generalmente son adquiridos por los coleccionistas.
Francisco González comenta que empezó a crear trompos con diseños llamativos y pinturas metálicas para entretenerse. Pero también quería mantener viva una de las tradiciones que antes era el entretenimiento de grandes y chicos.
"Hoy la mayoría de los jóvenes y niños apenas conocen el juguete, mucho menos saben como jugar con él", comenta.
PROYECTOS. La idea de esta pequeña empresa familiar es que en tres o cuatro años se puedan dedicar exclusivamente a la producción de trompos, boleros, pandorgas, camiones de madera, todos con diseños exclusivos de Don Trompo.
Y en el futuro, también quieren organizar torneos de pandorga para que los niños paraguayos sigan jugando.
GIRAR Y GIRAR
Antes había dos maneras clásicas de jugar con el trompo. Una consistía en lanzar el trompo al aire y los más habilidosos lo estiraban antes de que cayera al suelo para hacerlo girar en la palma de la mano. También estaba la competencia que consistía en dibujar un círculo en el suelo, donde los jugadores debían hacer girar los trompos y perdía el que se salía del círculo. El trompo perdedor quedaba a merced de los golpes de los juguetes del resto de los participantes. 

Fuente: www.ultimahora.com